7 Tornaron los mensajeros a Iaacov, diciendo: “Fuimos a tu hermano, a Esav, y también viene a tu encuentro, y cuatrocientos varones con él. 8 Temió mucho Iaacov… 12 Sálvame, por favor, de manos de mi hermano… (Vaishlaj 32)
Está escrito: Dichosa la persona que siempre tiene miedo y fortalece su corazón para no caer en el mal (Proverbios 28, 14)
A pesar que Iaacov no tenía de que preocuparse ya que Dios le había asegurado que lo iba a proteger, de todos modos es costumbre de los grandes Tzadikim de no confiar en que Dios les efectue milagros, sino que indagan en su proceder y al encontrar alguna falta le piden a Dios que los perdone.
Iaacov consideraba que no estaba apto para recibir la protección divina ya que al ausentarse de su casa por muchos años no pudo cumplir el Precepto de respeto a sus padres. Además durante todos los años que trabajó para conformar su familia no pudo dedicarse al estudio de la Torá como correspondía.
A pesar que Iaacov no pecó y tenía motivos para proceder como lo hizo, de todos modos en su corazón albergaba un gran “temor” al Eterno y fue por eso que pidió al Eterno que lo asista.
Iaacov no temió a Esav, sino que temió al pensar que su conducta pudiera no haber sido correcta.
Está escrito: Dichosa la persona que siempre tiene miedo y fortalece su corazón para no caer en el mal (Proverbios 28, 14)
A pesar que Iaacov no tenía de que preocuparse ya que Dios le había asegurado que lo iba a proteger, de todos modos es costumbre de los grandes Tzadikim de no confiar en que Dios les efectue milagros, sino que indagan en su proceder y al encontrar alguna falta le piden a Dios que los perdone.
Iaacov consideraba que no estaba apto para recibir la protección divina ya que al ausentarse de su casa por muchos años no pudo cumplir el Precepto de respeto a sus padres. Además durante todos los años que trabajó para conformar su familia no pudo dedicarse al estudio de la Torá como correspondía.
A pesar que Iaacov no pecó y tenía motivos para proceder como lo hizo, de todos modos en su corazón albergaba un gran “temor” al Eterno y fue por eso que pidió al Eterno que lo asista.
Iaacov no temió a Esav, sino que temió al pensar que su conducta pudiera no haber sido correcta.
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