36 Harás un Cabezal (Tzitz) de oro puro y sobre él grabarás, como en un anillo de sello Santo a El Eterno (Tetzave 28)
Está escrito: Mi Amado es como un venado, o como un cervato: helo aquí parado detrás de nuestro muro, supervisando desde las ventanas, mirando (Metzitz) por entre las rendijas (Cantar de los Cantares2, 8 y 9)
La palabra “Tzitz”, el cabezal que usaba el Sumo Sacerdote en el Santuario, el cual se lo colocaba sobre sus orejas, por encima de sus ojos, tiene la misma raíz en hebreo que la palabra “Metzitz” que significa “Mirando”.
El alma esta oculta dentro de la persona, siendo el cuerpo el que se encarga de que ella no se manifieste en la persona.
El cuerpo es un muro, “Nuestro muro”, que no deja que el alma se manifieste. Pero por intermedio de un corazón contrito, la persona quiebra dicho “Muro”, haciendo que el alma “Mire entre las rendijas”, revelando su luz en la persona.
Del mismo modo, el “Tzitz” alude a la luz divina que se encuentra en el interior de la persona, precisamente en el intelecto, que pretende “mirar” y brillar entre los muros del cuerpo.
Dicho “Tzitz” se lo colocaba el Sumo Sacerdote, “Sobre sus orejas, entre los ojos”, aludiendo que la persona debe percibir la divinidad “escuchando” lo que corresponde, y “Viendo” lo que corresponde.
El “Tzitz” era de “oro”: El oro excede en valor a la plata. En la Kabala esta explicado que hay dos tipos de amor. El amor comparado a la “Plata” que es un amor limitado, y el amor comparado al “Oro” que es intenso y fogoso, aludiendo a que el alma debe brillar en el cuerpo de manera intensa y fogosa como el “Oro”.
Luego de hacer el “Tzitz” de “Oro” se debía “Grabar el sello Santo a El Eterno”: Dice el Talmud que el “Sello del Eterno es la verdad”, y la “Verdad” es la “Torá”.
Esto significa que luego de despertar un gran amor por la divinidad, la persona debe llevar dicho sentimiento a la práctica, estudiando los dictámenes divinos, como dice el Talmud que “La Torá es más preciada que todo el oro y la plata”, aludiendo a que lo principal es la acción, más allá de haber despertados grandes emociones.