Había una vez un deportista que era muy bueno en lo que hacía y la gente lo quería mucho y casi siempre ganaba.
Pero el problema era que no tenía mucha conducta y le gustaba comer sin control.
Entonces su cuerpo privilegiado empezó a deformarse y engordar.
Ya no ganaba los partidos como al principio y su cuerpo no le respondía como él quería y sufría de muchos dolores, y todo a raíz de su falta de entrenamiento.
Además de ser muy buen deportista, era muy soberbio y agrandado. Un día un jugador le dijo “gordito”, y eso lo enfureció mucho y le quería pegar, pero lo frenaron.
Después pensó que en verdad ese jugador tenía razón, y que debía cambiar.
Por eso comenzó a entrenar con más disciplina y límites en la comida, y después de mucho esfuerzo logró bajar de peso y poder rendir en los partidos como antes.
Lo que al principio fue una crítica y una burla, lo ayudó a mejorar, recibiendo las felicitaciones del público y de aquella persona que lo había burlado.
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