“…no hay que cubrir con
algo que reciba impureza, por eso hay que percatarse de que no esté
el techo en forma de recipiente. Por este mismo problema no se pueden usar para
techar maderas de las camas o cosas que fueron utilizadas para muebles ya que
se consideran aptas de recibir impureza” (Leyes de la Sucá)
La Kabalá explica: Los elementos
son aptos para recibir impureza cuando
son utilizados por el hombre con un determinado fin.
Del mismo modo, La Sucá
representa energías muy elevadas que generan bendiciones, luego de todo el servicio de Iom Kipur. Al confeccionarla se
debe uno percatar de que dichas “energías” no sean “impuras”.
Dichas energías se tornan
impuras cuando tienen contacto con el hombre. Un elemento que se formó para
algo de este mundo queda inhabilitado para recibir las bendiciones de Sucot.
La persona puede adulterar la
bendición, y es cuando limita a su propio entender las energías divinas. El
adulterar las energías tiene un efecto muy perjudicial, como por ejemplo, el
nacimiento de un “Ishmael” de Abraham, o un “Esav” de Itzjak.
El patriarca “Abraham” servía
al Eterno con la característica de la bondad. “Ishmael” utilizó dicha bondad
para beneficio propio, enorgulleciéndole vanamente al hacer favores. “Itzjak”
servía al Eterno con devoción y fervor, pero “Esav” utilizó el fervor para las
cuestiones de este mundo.
Para poder lograr el efecto
pretendido, la Sucá debe ser “natural”, tal como el Eterno creó las especies
vegetales, de modo de poder recibir las bendiciones celestiales, sin
adulteraciones humanas que solo pueden perjudicar.