“y ofrendaré en Su Tabernáculo sacrificios de Truá, cantaré y entonaré al Eterno” (Salmo 27, 6)
Explican los Sabios que la verdadera “ofrenda” al Eterno es un espíritu contrito, un espíritu de “Truá” (sonido entrecortado del Shofar de Rosh Hashaná).
Cuando la persona ofrenda su “corazón roto” al Eterno, podrá apreciar la verdadera felicidad, “cantaré…”, ya que entre las “grietas” del corazón podrá ingresar la Luz del Eterno, que es toda paz y felicidad.
Está escrito: "Feliz es el pueblo que sabe la truá" (Salmo 89,16).
Explican los Sabios: Solo es dichosa aquella persona que “sabe”, que puede discriminar entre el bien y el mal.
Solo quien “sabe” sabe el valor de la “Truá”, de la Teshuvá, obteniendo días “felices” de vida.
Explican los Sabios que la verdadera “ofrenda” al Eterno es un espíritu contrito, un espíritu de “Truá” (sonido entrecortado del Shofar de Rosh Hashaná).
Cuando la persona ofrenda su “corazón roto” al Eterno, podrá apreciar la verdadera felicidad, “cantaré…”, ya que entre las “grietas” del corazón podrá ingresar la Luz del Eterno, que es toda paz y felicidad.
Está escrito: "Feliz es el pueblo que sabe la truá" (Salmo 89,16).
Explican los Sabios: Solo es dichosa aquella persona que “sabe”, que puede discriminar entre el bien y el mal.
Solo quien “sabe” sabe el valor de la “Truá”, de la Teshuvá, obteniendo días “felices” de vida.
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