Cuando el pueblo salió de Egipto, el incipiente e inmaduro pueblo no tenía grandes méritos para ser liberado, por eso al poco tiempo pecó con el becerro de oro. Pero después de mucho rezo y dedicación el pueblo es perdonado en Iom Kipur y Hashem nos quiere enseñar que ama al que retorna y quiere enmendar su senda.
Este abrazo paternal fue ganado por nosotros, después de mucha Teshuva, tefila y Tzedaka y es por eso que en la fiesta de Sucot es una Mitzva estar alegres, porque no hay un regocijo mayor que cuando un padre se reconcilia con su hijo arrepentido de ir por el mal camino.
La persona piensa que hizo tantas macanas que no tiene sentido volver a casa, pero Sucot nos enseña que nunca es tarde cuando la dicha es buena, Papá nos esta esperando en su "casa", la Sucá.
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