Un iehudí leyó en un sagrado libro que si la persona se abstiene de comer durante el día cuarenta días seguidos, recibe como premio a su sacrificio la visita desde el cielo del profeta Eliahu.
Eso fue lo que hizo y al cabo del tiempo, el profeta brilló por su ausencia. Perplejo fue a su Rebe para que le explique el porque de la ausencia de Eliahu.
Su Rebe le preguntó: ¿Cómo comiste al cúlmino del periodo de los cuarenta días? ¿Tranquilo o desenfrenado? A decir verdad, respondió el iehudí, me tiré sobre la comida.
El Rebe le dijo: ¿Vos pensas que Eliahu quiere tu abstinencia? Eliahu quiere tu refinamiento, pero si luego del ayuno, no se produjeron cambios, Eliahu te dice: Siga participando.
Estando a momentos nada más del sagrado día de Iom Kipur, tenemos que saber que el ayuno tiene que producir y generar un cambio interno, para que cada vez seamos mejores hijos para nuestro Padre celestial.
Eso fue lo que hizo y al cabo del tiempo, el profeta brilló por su ausencia. Perplejo fue a su Rebe para que le explique el porque de la ausencia de Eliahu.
Su Rebe le preguntó: ¿Cómo comiste al cúlmino del periodo de los cuarenta días? ¿Tranquilo o desenfrenado? A decir verdad, respondió el iehudí, me tiré sobre la comida.
El Rebe le dijo: ¿Vos pensas que Eliahu quiere tu abstinencia? Eliahu quiere tu refinamiento, pero si luego del ayuno, no se produjeron cambios, Eliahu te dice: Siga participando.
Estando a momentos nada más del sagrado día de Iom Kipur, tenemos que saber que el ayuno tiene que producir y generar un cambio interno, para que cada vez seamos mejores hijos para nuestro Padre celestial.
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