16 “Fue y se sentó a cierta distancia, a varios tiros de arco de distancia, pues dijo: «No quiero ver la muerte del niño». Y se sentó a la distancia, alzó la voz y lloró. 17 Dios oyó la voz del joven, y un ángel de Dios llamó a Hagar desde el cielo y le dijo: «¿Qué pasa contigo, Hagar? No temas, pues Dios ha oído la voz del joven ahí donde él está” (Vaierá 21)
Hagar es expulsada de la casa de Abraham por el mal comportamiento de su hijo Ishmael. En el camino cuando ya se habían acabado las provisiones, dejó a su hijo a un lado, sentándose a distancia, y se largó a llorar. Es en ese momento que Hashem se le aparece y le dice que no se preocupe, porque escuchó la el clamor del joven.
Explican nuestros Sabios que el clamor del muchacho escuchó, pero el llanto de ella, Hagar, no escuchó. ¿Por qué? Porque una madre consiente no debe alejarse y dejar de lado a su hijo y ponerse a llorar en señal de desesperanza.
Nuestros Sabios relacionan el llanto de Hagar con el llanto de padres contemporáneos que dejan de lado la educación de sus hijos, y lo único que hacen es llorar prepintándose ¿Por qué a mi? Es en ese momento que se presenta Hashem y pregunta a los padres: ¿Qué pasa contigo? No se soluciona nada llorando un llanto de desesperanza, sino que se debe tomar al niño y llevarlo a una escuela tradicional donde al final de cuentas recibirá solo satisfacciones, con la ayuda de Hashem.
Hagar es expulsada de la casa de Abraham por el mal comportamiento de su hijo Ishmael. En el camino cuando ya se habían acabado las provisiones, dejó a su hijo a un lado, sentándose a distancia, y se largó a llorar. Es en ese momento que Hashem se le aparece y le dice que no se preocupe, porque escuchó la el clamor del joven.
Explican nuestros Sabios que el clamor del muchacho escuchó, pero el llanto de ella, Hagar, no escuchó. ¿Por qué? Porque una madre consiente no debe alejarse y dejar de lado a su hijo y ponerse a llorar en señal de desesperanza.
Nuestros Sabios relacionan el llanto de Hagar con el llanto de padres contemporáneos que dejan de lado la educación de sus hijos, y lo único que hacen es llorar prepintándose ¿Por qué a mi? Es en ese momento que se presenta Hashem y pregunta a los padres: ¿Qué pasa contigo? No se soluciona nada llorando un llanto de desesperanza, sino que se debe tomar al niño y llevarlo a una escuela tradicional donde al final de cuentas recibirá solo satisfacciones, con la ayuda de Hashem.
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