33 Entonces Itzjak tembló, sumamente perplejo, y dijo: ¿Quién, dónde está el que cazó una presa, me la trajo y yo la comí cuando tú aún no habías venido, y lo bendije? Él también será bendito (Toldot 27)
Itzjak tenía la esperanza que el pueblo de Israel provenga tanto de Iaacov como de Esav. Fue por eso que tuvo la intención de bendecir a Esav para que mientras los descendientes de Iaacov se dedicaran a la parte espiritual, los descendientes de Esav provean las necesidades materiales.
Nos dicen los Sabios que Esav solía engañar a su padre. Superficialmente mostraba rectitud, mientras que interiormente su corazón anhelaba la maldad.
Fue en el momento en que se disponía a bendecir a Esav que se anticipó Iaacov, que por consejo de su madre, Rivka, fue a obtener las bendiciones. Rivka sabía de la hipocresía de su hijo, entendiendo que no debía ser digno de conformar la santa nación.
Itzjak al otorgarle las bendiciones a Iaacov, y poder apreciar lo que realmente es bueno y verdadero, “Tembló” luego, al entrar Esav, al darse cuenta ante quien estaba parado, ante un ser que aparentaba ser una cosa, pero que carecía de rectificación interna.
Itzjak reconoció que se había equivocado, estremeciéndose profundamente, ratificando la bendición a su hijo Iaacov.
Itzjak tenía la esperanza que el pueblo de Israel provenga tanto de Iaacov como de Esav. Fue por eso que tuvo la intención de bendecir a Esav para que mientras los descendientes de Iaacov se dedicaran a la parte espiritual, los descendientes de Esav provean las necesidades materiales.
Nos dicen los Sabios que Esav solía engañar a su padre. Superficialmente mostraba rectitud, mientras que interiormente su corazón anhelaba la maldad.
Fue en el momento en que se disponía a bendecir a Esav que se anticipó Iaacov, que por consejo de su madre, Rivka, fue a obtener las bendiciones. Rivka sabía de la hipocresía de su hijo, entendiendo que no debía ser digno de conformar la santa nación.
Itzjak al otorgarle las bendiciones a Iaacov, y poder apreciar lo que realmente es bueno y verdadero, “Tembló” luego, al entrar Esav, al darse cuenta ante quien estaba parado, ante un ser que aparentaba ser una cosa, pero que carecía de rectificación interna.
Itzjak reconoció que se había equivocado, estremeciéndose profundamente, ratificando la bendición a su hijo Iaacov.
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