33 Él la reconoció y dijo: ¡La túnica de mi hijo! ¡Lo ha devorado un animal salvaje! ¡Iosef ha sido descuartizado!34 Iaacov se rasgó las vestiduras y vistió saco de arpillera y guardó duelo por su hijo muchos días. 35 Todos sus hijos e hijas fueron a consolarlo, mas él se negó a ser consolado y dijo: Pues descenderé a la tumba en luto por mi hijo. Y su padre lo lloró. (Vaieshev 37)
Los Sabios hacen una brillante pregunta: ¿Dónde está la fe de Iaacov? ¿Acaso el patriarca no sabía que todo es para bien? ¿Por qué no encontró consuelo? ¿Acaso el duelo no tiene un límite?
Explican los Sabios (y la respuesta es más brillante aún): Iaacov sabía claramente que todo es para bien, pero lo que sucedió fue que el no sabía la verdad, el fue engañado por sus hijos.
El creyó que realmente su hijo había muerto. Iaacov sabía que los hijos se van de este mundo por ciertos pecados graves, como por ejemplo no cuidar correctamente el pacto.
Iaacov pensó e indagó en el proceder se su vida, y no encontró ningún error de esta índole (La Torá cuenta como Iaacov cuidó siempre su pacto, al punto de gestar a sus hijos con extrema pureza y santidad).
Iaacov sabía que todo es causa y consecuencia, y al haber sido engañado no pudo realmente percibir la causa de su error. Por eso no encontró consuelo, ya que no podía encontrar la señal que lo llevaría al consuelo y la alegría.
Es sabido que todos esos años de congoja, Iaacov perdió la profecía (Ruaj Hakodesh). ¿Qué es “Ruaj Hakodesh? ¿Cómo se obtiene?
Se obtiene al saber que todo es para bien, y esto mismo provoca una gran alegría, sabiendo que si se rectifica el proceder se obtiene bendición y éxito en la vida. Pero Iaacov no podía estar contento, ya que no encontraba su error, y por eso su duelo se prolongó.
Luego de muchos años, Iaacov supo que su hijo estaba con vida y revivió. Una vez con alegría y sabiendo que su hijo estaba con vida, supo que la causa de su desdicha fue por haber deshonrado a su padre Itzjak, yéndose a estudiar a una Ieshivá sin que su padre sepa de él, y por eso tuvo que sufrir de modo que su hijo también se le haya ocultado durante algunos años.
Indagar en los actos personales todos los días, aplaca los juicios celestiales, trae alegría de comenzar a transitar el camino correcto, generando gran bendición.
Los Sabios hacen una brillante pregunta: ¿Dónde está la fe de Iaacov? ¿Acaso el patriarca no sabía que todo es para bien? ¿Por qué no encontró consuelo? ¿Acaso el duelo no tiene un límite?
Explican los Sabios (y la respuesta es más brillante aún): Iaacov sabía claramente que todo es para bien, pero lo que sucedió fue que el no sabía la verdad, el fue engañado por sus hijos.
El creyó que realmente su hijo había muerto. Iaacov sabía que los hijos se van de este mundo por ciertos pecados graves, como por ejemplo no cuidar correctamente el pacto.
Iaacov pensó e indagó en el proceder se su vida, y no encontró ningún error de esta índole (La Torá cuenta como Iaacov cuidó siempre su pacto, al punto de gestar a sus hijos con extrema pureza y santidad).
Iaacov sabía que todo es causa y consecuencia, y al haber sido engañado no pudo realmente percibir la causa de su error. Por eso no encontró consuelo, ya que no podía encontrar la señal que lo llevaría al consuelo y la alegría.
Es sabido que todos esos años de congoja, Iaacov perdió la profecía (Ruaj Hakodesh). ¿Qué es “Ruaj Hakodesh? ¿Cómo se obtiene?
Se obtiene al saber que todo es para bien, y esto mismo provoca una gran alegría, sabiendo que si se rectifica el proceder se obtiene bendición y éxito en la vida. Pero Iaacov no podía estar contento, ya que no encontraba su error, y por eso su duelo se prolongó.
Luego de muchos años, Iaacov supo que su hijo estaba con vida y revivió. Una vez con alegría y sabiendo que su hijo estaba con vida, supo que la causa de su desdicha fue por haber deshonrado a su padre Itzjak, yéndose a estudiar a una Ieshivá sin que su padre sepa de él, y por eso tuvo que sufrir de modo que su hijo también se le haya ocultado durante algunos años.
Indagar en los actos personales todos los días, aplaca los juicios celestiales, trae alegría de comenzar a transitar el camino correcto, generando gran bendición.
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