1 El Eterno le dijo a Aarón: … 2 También a tus hermanos, la tribu de Levi, la tribu de tu padre, la acercarás a ti y ellos se unirán a ti y oficiarán para ti. (Koraj 18)
La Torá ordena que los Leviim deben ser los ayudantes de los Cohanim (Sacerdotes hijos de Aarón) en el Santuario.
No es casualidad que esta orden tenga mención en la Torá luego del episodio de Koraj y su rebeldía.
Koraj quería ser el mismo “Sumo Sacerdote” en lugar de Aarón. La Kabala explica que los “Leviim” corresponden al atributo de “severidad”, mientras que los “Cohanim” corresponden al atributo de “bondad”.
Koraj pretendía que la bondad estuviera al servicio de la severidad, y es por eso que la Torá luego de la gesta de Koraj, aclara que es la severidad la que tiene que estar al servicio de la bondad, siendo lo principal atraer la misericordia al mundo, siendo la “severidad” un “sirviente” para que dicha bondad se pueda manifestar.
El Midrash cuenta que la esposa de Koraj al ver a su marido todo rapado, tal como la Torá ordena que los Leviim debían rasurarse todo el cuerpo, le dijo que en realidad no tenía sentido.
La Kabala explica que el motivo por el cual los Leviim debían rasurar su cuerpo era debido a que el “pelo” representa ocultamiento, tapando la cara de la persona.
Pero al ser que los Levviim en esencia representan “severidad”, no necesitan de más rigor, de más “ocultamiento”, siendo el “pelo” demasiado ocultamiento de la luz divina, siendo muy perjudicial demasiada restricción.
La esposa de Koraj quiso que los “Leviim” dejen crecer sus “cabellos”, de modo que haya mucho “rigor” en el mundo, al punto que la bondad estuviera supeditada a la severidad.
Pero la Torá enseña que de ser así, el mundo estaría en problemas, ya que demasiada severidad produciría que la gente no pueda resistir el servicio al Eterno, decidiendo por abandonar todo esfuerzo de acercamiento.
Por eso lo principal en el Santuario eran los “Cohanim”, bondad, siendo los “Leviim” sus colaboradores en revelar la luz divina al mundo.
El rigor es útil y necesario cuando se sabe que el fin es que se manifieste la bondad y misericordia en el mundo. La introspección es valedera cuando se llega a la conclusión de que el servicio tiene que ser con alegría, manifestando la gloria del Eterno en los planos inferiores.
La Torá ordena que los Leviim deben ser los ayudantes de los Cohanim (Sacerdotes hijos de Aarón) en el Santuario.
No es casualidad que esta orden tenga mención en la Torá luego del episodio de Koraj y su rebeldía.
Koraj quería ser el mismo “Sumo Sacerdote” en lugar de Aarón. La Kabala explica que los “Leviim” corresponden al atributo de “severidad”, mientras que los “Cohanim” corresponden al atributo de “bondad”.
Koraj pretendía que la bondad estuviera al servicio de la severidad, y es por eso que la Torá luego de la gesta de Koraj, aclara que es la severidad la que tiene que estar al servicio de la bondad, siendo lo principal atraer la misericordia al mundo, siendo la “severidad” un “sirviente” para que dicha bondad se pueda manifestar.
El Midrash cuenta que la esposa de Koraj al ver a su marido todo rapado, tal como la Torá ordena que los Leviim debían rasurarse todo el cuerpo, le dijo que en realidad no tenía sentido.
La Kabala explica que el motivo por el cual los Leviim debían rasurar su cuerpo era debido a que el “pelo” representa ocultamiento, tapando la cara de la persona.
Pero al ser que los Levviim en esencia representan “severidad”, no necesitan de más rigor, de más “ocultamiento”, siendo el “pelo” demasiado ocultamiento de la luz divina, siendo muy perjudicial demasiada restricción.
La esposa de Koraj quiso que los “Leviim” dejen crecer sus “cabellos”, de modo que haya mucho “rigor” en el mundo, al punto que la bondad estuviera supeditada a la severidad.
Pero la Torá enseña que de ser así, el mundo estaría en problemas, ya que demasiada severidad produciría que la gente no pueda resistir el servicio al Eterno, decidiendo por abandonar todo esfuerzo de acercamiento.
Por eso lo principal en el Santuario eran los “Cohanim”, bondad, siendo los “Leviim” sus colaboradores en revelar la luz divina al mundo.
El rigor es útil y necesario cuando se sabe que el fin es que se manifieste la bondad y misericordia en el mundo. La introspección es valedera cuando se llega a la conclusión de que el servicio tiene que ser con alegría, manifestando la gloria del Eterno en los planos inferiores.
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