“En Tu bondad he confiado, mi corazón se alegrará en Tu salvación, cantaré al Eterno porque El me ha concedido bondad” (Salmo 13, 6)
Hay una tradición que se atribuye al Bal Shem Tov que dice: La persona que se deprime es comparable a un idólatra, ya que no “confía en la bondad del Eterno”.
Por eso, “En Tu bondad he confiado”, es la clave para recibir todas las “salvaciones”, “mi corazón se alegrará en Tu salvación”.
Una persona que vive sin El Eterno, no tiene en quien apoyarse verdaderamente, pero El que vive acompañado del Eterno, confía en El, y eso mismo trae bendiciones, ya que El tiene todo el poder para salvar, específicamente al que trata de servirlo.
El idólatra confía en fuerzas engañosas, y su misma vida se vuelve una gran mentira, pero el que confía en las bondades del Eterno siempre encontrará salvación.
Hay una tradición que se atribuye al Bal Shem Tov que dice: La persona que se deprime es comparable a un idólatra, ya que no “confía en la bondad del Eterno”.
Por eso, “En Tu bondad he confiado”, es la clave para recibir todas las “salvaciones”, “mi corazón se alegrará en Tu salvación”.
Una persona que vive sin El Eterno, no tiene en quien apoyarse verdaderamente, pero El que vive acompañado del Eterno, confía en El, y eso mismo trae bendiciones, ya que El tiene todo el poder para salvar, específicamente al que trata de servirlo.
El idólatra confía en fuerzas engañosas, y su misma vida se vuelve una gran mentira, pero el que confía en las bondades del Eterno siempre encontrará salvación.
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