“Aunque sus pecados sean como la grana (de color rojo), como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán”. (Isaías 1, 18)
Explican los Sabios: Los chivos expiatorios ofrendados en Iom Kipur llevaban en su cuerpo una cinta de color rojo, y si El Eterno estaba satisfecho y complacido con el comportamiento de su pueblo, dicha cinta de color se tornaba “blanca como la nieve y como la lana”.
Los pecados “manchan” el alma, pero la Teshuvá, el retorno al buen camino, tiene la propiedad de borrar completamente el pasado, de modo de que algo rojo se torne blanco, no manifestándose el color rojo primario.
Los Sabios dicen que cuando uno retorna al Eterno con amor, tiene la facultad de transformar todo el mal en bien, e incluso todas las transgresiones se tornan Mitzvot, llegando a niveles muy elevados.
Es decir que no solo que se borra el pasado, sino que se eleva el pasado, llegando a un nivel de “blancura” muy elevado.
Explican los Sabios: Los chivos expiatorios ofrendados en Iom Kipur llevaban en su cuerpo una cinta de color rojo, y si El Eterno estaba satisfecho y complacido con el comportamiento de su pueblo, dicha cinta de color se tornaba “blanca como la nieve y como la lana”.
Los pecados “manchan” el alma, pero la Teshuvá, el retorno al buen camino, tiene la propiedad de borrar completamente el pasado, de modo de que algo rojo se torne blanco, no manifestándose el color rojo primario.
Los Sabios dicen que cuando uno retorna al Eterno con amor, tiene la facultad de transformar todo el mal en bien, e incluso todas las transgresiones se tornan Mitzvot, llegando a niveles muy elevados.
Es decir que no solo que se borra el pasado, sino que se eleva el pasado, llegando a un nivel de “blancura” muy elevado.
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