“Las manos de las mujeres piadosas cocieron a sus propios hijos; les sirvieron de comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo”. (Lamentaciones 4, 10)
Explican los Sabios: A pesar que la naturaleza humana es apiadarse uno de los hijos, el profeta narra que el egoísmo llegó a tal punto víspera de la destrucción de Ierushalaim, que las propias madres comían a sus hijos, yendo incluso de la naturaleza más simple.
Toda desolación ocurre cuando no hay compasión, siendo el camino para la construcción la piedad y la bondad.
Explican los Sabios: A pesar que la naturaleza humana es apiadarse uno de los hijos, el profeta narra que el egoísmo llegó a tal punto víspera de la destrucción de Ierushalaim, que las propias madres comían a sus hijos, yendo incluso de la naturaleza más simple.
Toda desolación ocurre cuando no hay compasión, siendo el camino para la construcción la piedad y la bondad.
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