30 Pues cómo uno habría de perseguir a mil, y dos hacer que huyan millares, si no fuera porque su Roca los liquidó, y El Eterno los entregó (Haazinu 32)
La fuerza del pueblo de Israel no es natural, es sobrenatural, cuando están apegados al Eterno.
Sobre Abraham está escrito: 14 Y cuando Abram se enteró de que su hermano había sido tomado cautivo, armó a sus discípulos que habían nacido en su casa, trescientos dieciocho, y los persiguió hasta Dan. 15 Y él, junto con sus siervos, se dividió contra ellos de noche y los atacó; los persiguió hasta Jova, que está a la izquierda de Damasco. 16 Retornó todos los bienes; y también retornó a su hermano, Lot, con sus bienes, así como también a las mujeres y la gente. (Lej Lejá 14)
Un pequeño grupo de gente luchó y salio triunfal ante la perversidad que se veía fuerte y numerosa. La guerra que libró Abraham, no fue convencional, sino que fue una guerra del alma contra el cuerpo, la fe y la moral, contra la indecencia.
Del mismo modo se explica la controversia entre los emisarios que envió Moshé a divisar la tierra de Israel: Unos veían el ingreso a la tierra de Israel de manera convencional, y otros veían el ingreso a la tierra de Israel imbuidos de santidad y fe, derritiendo a todos los enemigos.
La verdadera fuerza es la fuerza del espíritu, capaz de afrontar toda situación saliendo vencedores.
La fuerza del pueblo de Israel no es natural, es sobrenatural, cuando están apegados al Eterno.
Sobre Abraham está escrito: 14 Y cuando Abram se enteró de que su hermano había sido tomado cautivo, armó a sus discípulos que habían nacido en su casa, trescientos dieciocho, y los persiguió hasta Dan. 15 Y él, junto con sus siervos, se dividió contra ellos de noche y los atacó; los persiguió hasta Jova, que está a la izquierda de Damasco. 16 Retornó todos los bienes; y también retornó a su hermano, Lot, con sus bienes, así como también a las mujeres y la gente. (Lej Lejá 14)
Un pequeño grupo de gente luchó y salio triunfal ante la perversidad que se veía fuerte y numerosa. La guerra que libró Abraham, no fue convencional, sino que fue una guerra del alma contra el cuerpo, la fe y la moral, contra la indecencia.
Del mismo modo se explica la controversia entre los emisarios que envió Moshé a divisar la tierra de Israel: Unos veían el ingreso a la tierra de Israel de manera convencional, y otros veían el ingreso a la tierra de Israel imbuidos de santidad y fe, derritiendo a todos los enemigos.
La verdadera fuerza es la fuerza del espíritu, capaz de afrontar toda situación saliendo vencedores.
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