10 Él dijo: Oí Tu voz en el jardín, y tuve miedo, pues estoy desnudo, así que me escondí. 11 Y Él dijo: ¿Quién te dijo que estás desnudo? ¿Acaso comiste del árbol del que te ordené que no comieras? (Bereshit 3)
Explica la Kabala que el hombre se sintió “desnudo” al comer el fruto prohibido. Lo prohibido atrae y seduce. La serpiente, el mal, le hace creer a la persona que poseyendo lo prohibido logrará plenitud, pero en realidad cada vez se sentirá más “desnudo”, más carente.
En el Edén era donde el hombre gozaba plenitud, junto a su esposa, pero una vez que se subyugó a lo ilícito, a lo que no le pertenece, logró perder su conexión con la felicidad, a partir del consumo de lo prohibido, de lo ilusorio, comenzando a estar carente y desnudo.
La persona tiene que valorar y disfrutar lo que tiene, detectando la voz seductora de la “serpiente”, la cual sugiere avanzar en cosas sabrosas tal vez, pero a la larga un camino que lo llevará a la insatisfacción.
En lugar de mirar lo que no se tiene, se debe mirar lo que si se tiene, y vivir plenitud en el Edén de la vida.
Explica la Kabala que el hombre se sintió “desnudo” al comer el fruto prohibido. Lo prohibido atrae y seduce. La serpiente, el mal, le hace creer a la persona que poseyendo lo prohibido logrará plenitud, pero en realidad cada vez se sentirá más “desnudo”, más carente.
En el Edén era donde el hombre gozaba plenitud, junto a su esposa, pero una vez que se subyugó a lo ilícito, a lo que no le pertenece, logró perder su conexión con la felicidad, a partir del consumo de lo prohibido, de lo ilusorio, comenzando a estar carente y desnudo.
La persona tiene que valorar y disfrutar lo que tiene, detectando la voz seductora de la “serpiente”, la cual sugiere avanzar en cosas sabrosas tal vez, pero a la larga un camino que lo llevará a la insatisfacción.
En lugar de mirar lo que no se tiene, se debe mirar lo que si se tiene, y vivir plenitud en el Edén de la vida.
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