En la Europa de antaño corrian aires de integracíon y asimilación preponderando la ciencia como cultura en si misma. Algunos judíos sacaban a sus hijos de la escuela tradicional judía para anotarlos en las escuelas donde reinaba el espiritú solo de la razón. Un discipulo de un determinado Rebe, habia sido de aquellos que influenciado por su entorno empezó a llevar a su hijo a estas escuelas públicas. El Rebe le insistió sobremanera para que desista de su desición pero el hombre se mantenia firme en ella. Es por eso que el Rebe duramente le dijo: "No vuelvas a verme hasta haber devuelto a tu hijo a la escuela tradicional". Este hombre pensó que su Rebe era demasiado fanatico, es por eso que fue a ver otro Rebe que lo apañe. El "nuevo" Rebe lo recibió con una sonrisa y lo invitó a pasear por el parque de la ciudad. Ya en el parque el Rebe le dijo: Cuando era pequeño, mi maestro nos sacó de excursión por un bosque. A medida que caminabamos nos mostraba los arboles y nos decia que tipo de árbol es a partir de mostrarnos las diferentes hojas. Cuando llegó la temporada en donde los árboles dan su fruto, ya no nos quedaba duda de que árbol se trataba, ya que podiamos reconocer a todos según su fruto. El Rebe no habló más, pero quedo claro, que si a nuestros hijos los educamos fuera del ambiente tradicional, ellos crecerán alejados de nuestro acervo y eso en definitiva hablará de nosostros. Es por eso que este hombre al reflexionar en la historia del Rebe decidió reintegrar a su hijo a la escuela tradicional. El quería que sus hijos sean frutos comestibles, con gusto y sabor, ya que él tambien, esta implicito en el fruto...
Esta semana, sección Shoftim, la Torá compara al hombre con el árbol. Cuanto más eduquemos a nuestros hijos en las raices ancestrales mejores frutos tendremos. No educamos con palabras, sino mostrando camino.
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