Un pobre hombre es invitado a la casa de un adinerado y pudo observar que el anfitrión cada vez que hacía sonar una campana venia la servidumbre para traer la exquisita comida. Cuando se fue de la casa del magnate, compró con sus últimos recursos una campana similar a la que había visto y la llevó a su casa. Su mujer le preguntó: ¿Para que la compraste? Y el pobre hombre respondió: Ya vas a ver. Agitó con orgullo la campana y nadie apareció. Desauseado le dijo a su señora: No se que pasa, si en la casa del rico cada vez que se sonaba la campana venía la servidumbre con manjares...
Esta parábola la cuentan nuestros Sabios para explicar que el Shofar tiene que provocar una movilización interna, pero siempre y cuando nos preparamos durante el año. De lo contrario somos como este pobre tipo que solo tiene su campanita pero le falta todo lo demás...
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