“Es mejor tener un mendrugo de pan seco acompañado de tranquilidad, que una casa llena de festejos en medio de conflicto”. (Proverbios 17, 1)
Se cuenta que cuando el rey Salomón fue despojado de su trono entró a una mansión en la cual fue recibido con grandes manjares, pero a la vez no halló tranquilidad, ya que constantemente le decían que desista de la idea de ser rey.
Al salir de dicha mansión fue cobijado por gente muy simple en una casa muy precaria, en donde solo había un poco de pan. En dicha casa recibió comprensión y el estímulo necesario para volver a tomar su trono, el cual lo había perdido en contra de su voluntad. Fue en ese momento que enunció el Proverbio en cuestión.
La felicidad se logra no con grandes manjares y palacios, sino con tranquilidad y paz interior, siendo un poco de pan suficiente para recibir lo necesario para templar el alma y tener éxito en la vida.
Se cuenta que cuando el rey Salomón fue despojado de su trono entró a una mansión en la cual fue recibido con grandes manjares, pero a la vez no halló tranquilidad, ya que constantemente le decían que desista de la idea de ser rey.
Al salir de dicha mansión fue cobijado por gente muy simple en una casa muy precaria, en donde solo había un poco de pan. En dicha casa recibió comprensión y el estímulo necesario para volver a tomar su trono, el cual lo había perdido en contra de su voluntad. Fue en ese momento que enunció el Proverbio en cuestión.
La felicidad se logra no con grandes manjares y palacios, sino con tranquilidad y paz interior, siendo un poco de pan suficiente para recibir lo necesario para templar el alma y tener éxito en la vida.
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