32 Cualquier diezmo del ganado vacuno o del rebaño, todo lo que pase bajo la vara, el décimo será santo para El Eterno. 33 No hará distinción entre bueno y malo, y no hará reemplazos; y si sí lo reemplaza, él y su reemplazante serán santos; no podrán ser redimidos (Bejukotai 27)
Si una persona ofrenda su diezmo de animal al Santuario, no puede cambiar una vez designado el animal específico a consagrar, pero si lo cambió el animal consagrado y su reemplazo deberá ser consagrado.
Explica la Kabala: El alma desciende a este mundo con una misión específica y clara, teniendo que consagrar lo permitido, alejándose de lo prohibido.
Pero sucede frecuentemente, que el alma confunde su misión “Mezclando” las ofrendas, queriendo consagrar en su vida en lugar de lo permitido, lo prohibido.
Dice la Torá: “El y su reemplazante serán santos”: Al darse cuenta la persona de su error debe comenzar a consagrar lo que realmente se vino a consagrar, lo permitido, pero lo original es que también se debe consagrar lo que quiso “remplazar”, lo prohibido, para de este modo traer luz a la oscuridad.
El penitente no solo sirve a Dios con lo permitido, sino que Hashem le otorgó la posibilidad de “Consagrar” lo prohibido, y de esta manera trasformar lo puntos más alejados de la creación en luz.
Si una persona ofrenda su diezmo de animal al Santuario, no puede cambiar una vez designado el animal específico a consagrar, pero si lo cambió el animal consagrado y su reemplazo deberá ser consagrado.
Explica la Kabala: El alma desciende a este mundo con una misión específica y clara, teniendo que consagrar lo permitido, alejándose de lo prohibido.
Pero sucede frecuentemente, que el alma confunde su misión “Mezclando” las ofrendas, queriendo consagrar en su vida en lugar de lo permitido, lo prohibido.
Dice la Torá: “El y su reemplazante serán santos”: Al darse cuenta la persona de su error debe comenzar a consagrar lo que realmente se vino a consagrar, lo permitido, pero lo original es que también se debe consagrar lo que quiso “remplazar”, lo prohibido, para de este modo traer luz a la oscuridad.
El penitente no solo sirve a Dios con lo permitido, sino que Hashem le otorgó la posibilidad de “Consagrar” lo prohibido, y de esta manera trasformar lo puntos más alejados de la creación en luz.
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