1 En ese momento, El Eterno me dijo: Talla para ti dos Tablas de piedra como las primeras, y sube hacia Mí a la montaña… (Ekev 10)
Explica el Rebe: La diferencia entre las primeras Tablas y las segundas Tablas radica en que las segundas fueron concebidas con plegarias, por eso perduran hasta el día de hoy.
No solo eso, sino que Hashem le agradeció a Moshé el hecho de haber roto las primeras Tablas, ya que las segundas, las que vinieron con arrepentimiento y plegaria, legaron con muchas más leyes y explicaciones que las primeras.
Moshé durante un periodo de cuarenta días le suplicó al Eterno para que perdone al pueblo de Israel de su desvío, y fue al cabo de dicho lapso en donde El Eterno le dijo a Moshé que el pueblo había sido perdonado, subiendo Moshé a recibirlas.
Los Sabios dicen que la conducta adecuada de un Iehudí para recibir bendición es primero dirigirse a la sinagoga, a rezar, y luego a la casa de estudio. De este modo la persona recibe la humildad necesaria para poder acceder correctamente a la Torá, y recibir todas las bendiciones.
Cuando no se anticipa la plegaria sincera al estudio y la práctica, la persona cae en arrogancia, siendo dicha arrogancia el principio de todos los males.
Explica el Rebe: La diferencia entre las primeras Tablas y las segundas Tablas radica en que las segundas fueron concebidas con plegarias, por eso perduran hasta el día de hoy.
No solo eso, sino que Hashem le agradeció a Moshé el hecho de haber roto las primeras Tablas, ya que las segundas, las que vinieron con arrepentimiento y plegaria, legaron con muchas más leyes y explicaciones que las primeras.
Moshé durante un periodo de cuarenta días le suplicó al Eterno para que perdone al pueblo de Israel de su desvío, y fue al cabo de dicho lapso en donde El Eterno le dijo a Moshé que el pueblo había sido perdonado, subiendo Moshé a recibirlas.
Los Sabios dicen que la conducta adecuada de un Iehudí para recibir bendición es primero dirigirse a la sinagoga, a rezar, y luego a la casa de estudio. De este modo la persona recibe la humildad necesaria para poder acceder correctamente a la Torá, y recibir todas las bendiciones.
Cuando no se anticipa la plegaria sincera al estudio y la práctica, la persona cae en arrogancia, siendo dicha arrogancia el principio de todos los males.
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