“Oye pues ahora esto, miserable, ebria, y no de vino” (Isaias 51, 21)
Explica el Rebe: Se puede estar “ebrio, y no de vino”, se puede estar completamente confundido, y esto mismo es la “miseria” del exilio.
Dice la Ley que un esclavo está exento de los Preceptos, ya que se debe completamente a su amo.
Del mismo modo la “esclavitud” a las cosas de este mundo hace que la persona piense que esta “exenta de los Preceptos”, ya que no se percata de su importancia, entregándose completamente a lo mundano, dejando de lado a su objetivo espiritual. (No es que este exenta, sino que el exilio le hace creer la falta de responsabilidad para con Dios).
Dijo Iaacov en el exilio: 40 De día el calor abrasador me consumía, de noche, la helada; el sueño se escapaba de mis ojos. (Vaietzé 31)
El exilio provoca que el “calor” por lo material, y el “frío”, de la apatía a todo lo bueno lo consuma a uno, de modo que no hay tiempo para las cosas importantes. El resultado es que el “sueño se escapa de mis ojos”, las preocupaciones no dejan descansar.
Explica el Rebe: Se puede estar “ebrio, y no de vino”, se puede estar completamente confundido, y esto mismo es la “miseria” del exilio.
Dice la Ley que un esclavo está exento de los Preceptos, ya que se debe completamente a su amo.
Del mismo modo la “esclavitud” a las cosas de este mundo hace que la persona piense que esta “exenta de los Preceptos”, ya que no se percata de su importancia, entregándose completamente a lo mundano, dejando de lado a su objetivo espiritual. (No es que este exenta, sino que el exilio le hace creer la falta de responsabilidad para con Dios).
Dijo Iaacov en el exilio: 40 De día el calor abrasador me consumía, de noche, la helada; el sueño se escapaba de mis ojos. (Vaietzé 31)
El exilio provoca que el “calor” por lo material, y el “frío”, de la apatía a todo lo bueno lo consuma a uno, de modo que no hay tiempo para las cosas importantes. El resultado es que el “sueño se escapa de mis ojos”, las preocupaciones no dejan descansar.
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