15 El Eterno os alejará de todas las enfermedades… (Ekev 7)
Explica el Rebe: A lo largo de la extensa literatura rabínica se puede encontrar diferentes aspectos de lo que se llama “enfermedad”.
Enfermedad es la misma tendencia que insta a la persona al mal. Enfermedad es el resfrío (frialdad), enfermedad es la fiebre (calentura), enfermedad son las ideas distorsionadas, y enfermedad es la angustia, tristeza y depresión.
Cada etapa de la enfermedad va degradando a la persona física y emocionalmente hasta destruirla.
Al principio la enfermedad es la mala tendencia, que hace que la persona se desvié de la vida espiritual.
Esto conlleva a un “resfrió”, a un enfriamiento por todo lo espiritual. Luego la frialdad y apatía por lo divino, lleva a la persona a la “calentura”, fiebre, por las cosas de este mundo, hasta perturbar a la persona con “ideas” erradas y distorsionadas de la realidad, para finalmente destruir a la persona con “depresión, amargura y desgano”.
Para no entrar en la mencionada degradación, se necesita estar “sano”, logrando un anhelo hacia lo espiritual, protegiéndose de toda enfermedad, siendo inmune a todo mal.
El instinto del mal no descansa hasta ver a la persona desequilibrada emocionalmente, y es la tarea de la persona presentar batalla a sus artimañas, anhelando siempre estar apegado a la divinidad.
Explica el Rebe: A lo largo de la extensa literatura rabínica se puede encontrar diferentes aspectos de lo que se llama “enfermedad”.
Enfermedad es la misma tendencia que insta a la persona al mal. Enfermedad es el resfrío (frialdad), enfermedad es la fiebre (calentura), enfermedad son las ideas distorsionadas, y enfermedad es la angustia, tristeza y depresión.
Cada etapa de la enfermedad va degradando a la persona física y emocionalmente hasta destruirla.
Al principio la enfermedad es la mala tendencia, que hace que la persona se desvié de la vida espiritual.
Esto conlleva a un “resfrió”, a un enfriamiento por todo lo espiritual. Luego la frialdad y apatía por lo divino, lleva a la persona a la “calentura”, fiebre, por las cosas de este mundo, hasta perturbar a la persona con “ideas” erradas y distorsionadas de la realidad, para finalmente destruir a la persona con “depresión, amargura y desgano”.
Para no entrar en la mencionada degradación, se necesita estar “sano”, logrando un anhelo hacia lo espiritual, protegiéndose de toda enfermedad, siendo inmune a todo mal.
El instinto del mal no descansa hasta ver a la persona desequilibrada emocionalmente, y es la tarea de la persona presentar batalla a sus artimañas, anhelando siempre estar apegado a la divinidad.
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