20 Se colocó entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel, y esa noche había nube y oscuridad, bloqueando toda visibilidad, y nadie se acercó al otro durante toda la noche. (Beshalaj 14)
Explica la Kabala: Hay dos tipos de guerras. Una guerra cuando un enemigo no se acerca al otro. Pero la verdadera guerra, es cuando uno se acerca al otro, midiéndose cuerpo a cuerpo, hasta ver surgir al ganador.
En el ámbito espiritual sucede lo mismo. Hay momentos que los adversarios están lejos, y hay momentos que los adversarios están cerca.
El adversario de la persona es su mala inclinación hacia las cosas de este mundo. Sucede que en momentos sublimes el alma divina se encuentra distante del alma animal, y es por eso que al dejar los momentos elevados la persona cae de su devoción, alejándose de la espiritualidad lograda.
Pero si se tiene en cuenta en el momento de la elevación que la persona deberá descender inevitablemente a las cuestiones de este mundo una vez terminada la devoción, una estará preparada para la lucha diaria.
Eso se puede apreciar en la lucha de Iaacov contra el ángel de Esav que fue cuerpo a cuerpo, entendiendo el patriarca que con el mal se debe pelear teniendo conciencia de su constante acecho.
El incipiente pueblo a la salida de Egipto, no tenía claro este concepto, y por eso su lucha fue “no acercándose uno al otro durante la noche”, dando origen a todas las rebeldías mencionadas en la Torá en el desierto.
También Iacov lucho contra el ángel de Esav de “noche”, la noche de la confusión, pero el patriarca presentó batalla cuerpo a cuerpo, estando siempre alerta del ataque constante del ángel que tiene como misión corromper a la persona.
Específicamente se debe en el momento de la plegaria pensar en las cuestiones cotidianas, decidiendo sinceramente no dejarse someter por conductas distantes al sano comportamiento establecido por la Torá.
Explica la Kabala: Hay dos tipos de guerras. Una guerra cuando un enemigo no se acerca al otro. Pero la verdadera guerra, es cuando uno se acerca al otro, midiéndose cuerpo a cuerpo, hasta ver surgir al ganador.
En el ámbito espiritual sucede lo mismo. Hay momentos que los adversarios están lejos, y hay momentos que los adversarios están cerca.
El adversario de la persona es su mala inclinación hacia las cosas de este mundo. Sucede que en momentos sublimes el alma divina se encuentra distante del alma animal, y es por eso que al dejar los momentos elevados la persona cae de su devoción, alejándose de la espiritualidad lograda.
Pero si se tiene en cuenta en el momento de la elevación que la persona deberá descender inevitablemente a las cuestiones de este mundo una vez terminada la devoción, una estará preparada para la lucha diaria.
Eso se puede apreciar en la lucha de Iaacov contra el ángel de Esav que fue cuerpo a cuerpo, entendiendo el patriarca que con el mal se debe pelear teniendo conciencia de su constante acecho.
El incipiente pueblo a la salida de Egipto, no tenía claro este concepto, y por eso su lucha fue “no acercándose uno al otro durante la noche”, dando origen a todas las rebeldías mencionadas en la Torá en el desierto.
También Iacov lucho contra el ángel de Esav de “noche”, la noche de la confusión, pero el patriarca presentó batalla cuerpo a cuerpo, estando siempre alerta del ataque constante del ángel que tiene como misión corromper a la persona.
Específicamente se debe en el momento de la plegaria pensar en las cuestiones cotidianas, decidiendo sinceramente no dejarse someter por conductas distantes al sano comportamiento establecido por la Torá.
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