40 Tomaréis para vosotros el primer día el fruto del árbol del cidro, las ramas de palmeras datileras, ramas de un árbol trenzado y sauces del arroyo (“Arbei Najal”); y os alegraréis ante El Eterno, vuestro Dios, durante siete días. (Emor 23)
Cuatro son las especies utilizadas en Sucot: El Lulav, el Etrog, Adas, y Arabá.
Es sabido que cada una de las especies representa a cada tipo de los integrantes del pueblo de Israel.
La “Arabá”, hojas de sauce, no tiene ni aroma, ni sabor, representan a las personas que no tienen ni Torá, ni buenas acciones.
La palabra “Arabá” proviene de la palabra “Areb” que significa “dulce”. ¿Cómo es posible que algo tan “seco” tenga relación con lo “dulce”?
Explica la Kabala: Lo “dulce” es poder servir al Eterno, más allá del entendimiento, haciendo las cosas no porque tienen sabor o gusto, sino porque al Eterno le gusta.
Si el servicio a Dios depende del gusto, sabor, o aroma del ser limitado, todo se vuelve limitado, pero si el servicio al Eterno va más allá de los sentidos, todo se vuelve “ilimitado”, dejando el placer limitado del creado, para conectarse, la persona, con el placer infinito del Creador.
Generalmente las personas quieren entender y sentir, y esto es positivo, pero en definitiva se deben hacer las cosas porque al Eterno le “gusta”, siendo este el verdadero amor de la persona por El Creador, yendo más allá de razones y sentidos limitados.
Por eso la Sucá es llamada en la Kabala con el nombre de “Sombra de la de”, ya que la Sucá sugiere a que la persona debe servir al Eterno, más allá de todo “rayo de luz”, sabiendo que detrás de la sombra está El Eterno, que quiere bendecir.
El verdadero amor se manifiesta en los momentos de ocultamiento, de “sombras”, demostrando que el amor está más allá de momentos y sensaciones temporarias.
En definitiva, la verdadera alegría es hacer lo que al Eterno le complace, dejando el limitado cerebro de la persona de lado.
Cuatro son las especies utilizadas en Sucot: El Lulav, el Etrog, Adas, y Arabá.
Es sabido que cada una de las especies representa a cada tipo de los integrantes del pueblo de Israel.
La “Arabá”, hojas de sauce, no tiene ni aroma, ni sabor, representan a las personas que no tienen ni Torá, ni buenas acciones.
La palabra “Arabá” proviene de la palabra “Areb” que significa “dulce”. ¿Cómo es posible que algo tan “seco” tenga relación con lo “dulce”?
Explica la Kabala: Lo “dulce” es poder servir al Eterno, más allá del entendimiento, haciendo las cosas no porque tienen sabor o gusto, sino porque al Eterno le gusta.
Si el servicio a Dios depende del gusto, sabor, o aroma del ser limitado, todo se vuelve limitado, pero si el servicio al Eterno va más allá de los sentidos, todo se vuelve “ilimitado”, dejando el placer limitado del creado, para conectarse, la persona, con el placer infinito del Creador.
Generalmente las personas quieren entender y sentir, y esto es positivo, pero en definitiva se deben hacer las cosas porque al Eterno le “gusta”, siendo este el verdadero amor de la persona por El Creador, yendo más allá de razones y sentidos limitados.
Por eso la Sucá es llamada en la Kabala con el nombre de “Sombra de la de”, ya que la Sucá sugiere a que la persona debe servir al Eterno, más allá de todo “rayo de luz”, sabiendo que detrás de la sombra está El Eterno, que quiere bendecir.
El verdadero amor se manifiesta en los momentos de ocultamiento, de “sombras”, demostrando que el amor está más allá de momentos y sensaciones temporarias.
En definitiva, la verdadera alegría es hacer lo que al Eterno le complace, dejando el limitado cerebro de la persona de lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario