“Y tu principio habrá sido pequeño, Y tu final acrecerá en gran manera”. (Job 8, 7)
Dice el Rebe: Cuando la causa de una persona es noble, no debe afligirse cuando al comienzo no se vislumbra resultados óptimos, ya que todas las cosas buenas en este mundo requieren esfuerzo y superación constante.
El Rebe siempre instó a formar comunidades, diciendo que no se debe uno desesperar si al principio no se perciben los frutos, ya que si el fin es virtuoso todo tenderá a prosperar, porque la verdad se hará notar.
Justamente, el “principio debe ser pequeño”, y con esfuerzo, se podrá apreciar un “final prospero”.
Solo con esfuerzo y dedicación la persona crece constantemente hasta lograr los objetivos, sabiendo que el esfuerzo es parte integral del triunfo futuro.
Esto se pude ver en la Torá con respecto al patriarca Abraham que a pesar de las grandes pruebas que tuvo que soportar en aras de la fe, siendo el único en su generación que obtuvo un despertar espiritual, tuvo el mérito de ser la raíz de una noble nación.
Dice el Rebe: Cuando la causa de una persona es noble, no debe afligirse cuando al comienzo no se vislumbra resultados óptimos, ya que todas las cosas buenas en este mundo requieren esfuerzo y superación constante.
El Rebe siempre instó a formar comunidades, diciendo que no se debe uno desesperar si al principio no se perciben los frutos, ya que si el fin es virtuoso todo tenderá a prosperar, porque la verdad se hará notar.
Justamente, el “principio debe ser pequeño”, y con esfuerzo, se podrá apreciar un “final prospero”.
Solo con esfuerzo y dedicación la persona crece constantemente hasta lograr los objetivos, sabiendo que el esfuerzo es parte integral del triunfo futuro.
Esto se pude ver en la Torá con respecto al patriarca Abraham que a pesar de las grandes pruebas que tuvo que soportar en aras de la fe, siendo el único en su generación que obtuvo un despertar espiritual, tuvo el mérito de ser la raíz de una noble nación.
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