“El octavo día (el rey) despidió al pueblo; este bendijo al rey y fueron a sus tiendas gozosos y con corazón contento…” (Reyes 1: 8, Haftará de Shemini Atzeret)
Preguntó una vez el Rebe, al culmino de Simjat Torá: ¡¿De que puede estar contento el pueblo al alejarse del “Rey”?! ¡¿De que pude estar contento el pueblo al término de las festividades acaecidas?!
El pueblo está contento del hecho de haber cobrado fuerzas para poder llevar todos los preciosos momentos vividos junto al rey, a las “tiendas”, a lo cotidiano.
Es sabido el dicho de los Sabios: Hashem no se aparta de su pueblo, es el pueblo que se aparta de Hashem.
El pueblo está contento de tener el mérito de llevar la alegría de Jerusalém a todo el mundo.
Preguntó una vez el Rebe, al culmino de Simjat Torá: ¡¿De que puede estar contento el pueblo al alejarse del “Rey”?! ¡¿De que pude estar contento el pueblo al término de las festividades acaecidas?!
El pueblo está contento del hecho de haber cobrado fuerzas para poder llevar todos los preciosos momentos vividos junto al rey, a las “tiendas”, a lo cotidiano.
Es sabido el dicho de los Sabios: Hashem no se aparta de su pueblo, es el pueblo que se aparta de Hashem.
El pueblo está contento de tener el mérito de llevar la alegría de Jerusalém a todo el mundo.
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