21 El Eterno iba delante de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego, para darles luz, para que pudieran marchar de día y de noche. (Beshalaj 13)
Dicho versículo, el cual habla del acompañamiento revelado del Eterno al pueblo de Israel, está expresado al salir el pueblo de Egipto, previo a la entrega de la Torá.
Luego de la entrega de la Torá está escrito: 20 ¡He aquí que envío un ángel ante ti para que te proteja en el camino, y te traiga al lugar que he preparado! (Mishpatim 23). En dicho versículo, El Eterno envía un ángel para acompañar al pueblo.
Explican los Sabios que cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, solo tenía fe plena, como si fuera la fe de un niño, que con suma pureza se entrega a su padre.
Pero al recibir la Torá, el pueblo, “creció” intelectualmente, pero perdió su pureza inicial.
Este es el motivo de que al salir de Egipto, El Eterno lo acompaño, debido a su fe simple, pero cuando se hicieron grandes, y recibieron la Torá, el pueblo se había aletargado, perdiendo la protección del Eterno, recibiendo la protección tan solo de un ángel.
Por eso la persona no debe nunca perder su pureza y frescura, tan típica de la juventud, para que de este modo siempre lo acompañe El Eterno a donde quiera que vaya.
Dicho versículo, el cual habla del acompañamiento revelado del Eterno al pueblo de Israel, está expresado al salir el pueblo de Egipto, previo a la entrega de la Torá.
Luego de la entrega de la Torá está escrito: 20 ¡He aquí que envío un ángel ante ti para que te proteja en el camino, y te traiga al lugar que he preparado! (Mishpatim 23). En dicho versículo, El Eterno envía un ángel para acompañar al pueblo.
Explican los Sabios que cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, solo tenía fe plena, como si fuera la fe de un niño, que con suma pureza se entrega a su padre.
Pero al recibir la Torá, el pueblo, “creció” intelectualmente, pero perdió su pureza inicial.
Este es el motivo de que al salir de Egipto, El Eterno lo acompaño, debido a su fe simple, pero cuando se hicieron grandes, y recibieron la Torá, el pueblo se había aletargado, perdiendo la protección del Eterno, recibiendo la protección tan solo de un ángel.
Por eso la persona no debe nunca perder su pureza y frescura, tan típica de la juventud, para que de este modo siempre lo acompañe El Eterno a donde quiera que vaya.
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