“…y la justicia (Tzedaká) como impetuoso arroyo”. (Amós 5, 24)
Explican los Sabios: A través de la “Tzedaká” la persona se vuelve “como impetuoso arroyo”, lleno de vida y entusiasmo para poder sobreponerse a las fuerzas del mal.
El motivo es que al dar caridad, “Tzedaká”, la persona debe doblegar a su instinto animal, fortaleciéndose cada vez más y más.
Todo el tiempo que la persona no da Tzedaká, las fuerzas de la codicia y el egoísmo se apoderan de ella, pero cuando se comienza a dar a los necesitados, comienza a surgir el alma, hasta volverse cual torrente poderoso e “impetuoso”.
Por tal motivo es apropiado dar caridad antes de la plegaria, ya que si se pretende que los pedidos lleguen con fuerza al cielo, se debe como primera medida generar fortaleza en el propio alma de la persona.
Explican los Sabios: A través de la “Tzedaká” la persona se vuelve “como impetuoso arroyo”, lleno de vida y entusiasmo para poder sobreponerse a las fuerzas del mal.
El motivo es que al dar caridad, “Tzedaká”, la persona debe doblegar a su instinto animal, fortaleciéndose cada vez más y más.
Todo el tiempo que la persona no da Tzedaká, las fuerzas de la codicia y el egoísmo se apoderan de ella, pero cuando se comienza a dar a los necesitados, comienza a surgir el alma, hasta volverse cual torrente poderoso e “impetuoso”.
Por tal motivo es apropiado dar caridad antes de la plegaria, ya que si se pretende que los pedidos lleguen con fuerza al cielo, se debe como primera medida generar fortaleza en el propio alma de la persona.
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