17 Entonces Israel cantó esta canción: Elévate, oh fuente, ¡anúncialo! 18 Pozo que cavaron los príncipes, que los nobles del pueblo excavaron a través de un legislador, con su vara. Un regalo del Desierto… (Jukat 21)
Es interesante, explican los Sabios, comparar este cántico interpretado por el pueblo de Israel previo al ingreso a la tierra de Israel con el cántico al salir de Egipto. Cuando el pueblo salió de Egipto, cantó: “Entonces Moshé y los Hijos de Israel quisieron cantar esta Canción a El Eterno” (Beshalaj 15). Dicha canción fue interpretada por Moshé y por los hijos de Israel.
La diferencia es la siguiente: Para redimir al pueblo de Israel de su angustia y su pesar en Egipto hizo falta la intervención de Moshé desde afuera (el estaba en Midián) dándole ánimo al pueblo abatido, para que se despierte y quiera salir de su esclavitud física y espiritual.
Pero previo al ingreso del pueblo a la tierra prometida se pretendía que la gente entendiera que solos por su cuenta debían generar la liberación interna, sin ningún factor externo. Se pretendía que la gente pueda desarrollar la fe interior al punto de entender que uno solo puede salir de los conflictos. Ya para esta etapa de madurez el pueblo es llamado “Israel”, y no “hijos de Israel”, ya que el “hijo” al fin y al cabo recibe del padre, pero en definitiva se debe ser “Israel”, siendo plenamente dador.
Por eso el cántico fue: “Elévate, oh fuente”, ya que se pretende de la persona que se “eleve” extrayendo aguas de vida ocultas en la “fuente”.
Pero sin embargo prosigue el cántico: “Pozo que cavaron los príncipes”. Explican los Sabios que los “Príncipes” son Moshé y Aarón. En dicha entonación “Moshé y Aarón”, los Tzadikim, aparecen en forma oculta, en forma alusiva, ya que los Tzadikim deben estar siempre ayudando a la persona a progresar, pero en definitiva es la persona la que tiene que “ingresar a la tierra de Israel”, a la santidad.
A la salida de Egipto, el incipiente pueblo necesitaba cantar con “Moshé”, ya que el le suministraba fuerza y entusiasmo para seguir adelante, pero para entrar verdaderamente a la “tierra de Israel”, “Moshé” pasó a estar en segundo plano, entendiendo que de uno depende su propia redención.
Es interesante, explican los Sabios, comparar este cántico interpretado por el pueblo de Israel previo al ingreso a la tierra de Israel con el cántico al salir de Egipto. Cuando el pueblo salió de Egipto, cantó: “Entonces Moshé y los Hijos de Israel quisieron cantar esta Canción a El Eterno” (Beshalaj 15). Dicha canción fue interpretada por Moshé y por los hijos de Israel.
La diferencia es la siguiente: Para redimir al pueblo de Israel de su angustia y su pesar en Egipto hizo falta la intervención de Moshé desde afuera (el estaba en Midián) dándole ánimo al pueblo abatido, para que se despierte y quiera salir de su esclavitud física y espiritual.
Pero previo al ingreso del pueblo a la tierra prometida se pretendía que la gente entendiera que solos por su cuenta debían generar la liberación interna, sin ningún factor externo. Se pretendía que la gente pueda desarrollar la fe interior al punto de entender que uno solo puede salir de los conflictos. Ya para esta etapa de madurez el pueblo es llamado “Israel”, y no “hijos de Israel”, ya que el “hijo” al fin y al cabo recibe del padre, pero en definitiva se debe ser “Israel”, siendo plenamente dador.
Por eso el cántico fue: “Elévate, oh fuente”, ya que se pretende de la persona que se “eleve” extrayendo aguas de vida ocultas en la “fuente”.
Pero sin embargo prosigue el cántico: “Pozo que cavaron los príncipes”. Explican los Sabios que los “Príncipes” son Moshé y Aarón. En dicha entonación “Moshé y Aarón”, los Tzadikim, aparecen en forma oculta, en forma alusiva, ya que los Tzadikim deben estar siempre ayudando a la persona a progresar, pero en definitiva es la persona la que tiene que “ingresar a la tierra de Israel”, a la santidad.
A la salida de Egipto, el incipiente pueblo necesitaba cantar con “Moshé”, ya que el le suministraba fuerza y entusiasmo para seguir adelante, pero para entrar verdaderamente a la “tierra de Israel”, “Moshé” pasó a estar en segundo plano, entendiendo que de uno depende su propia redención.
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