1 Si un hombre se casa con una mujer y vive con ella, y aconteciere que ella no halla gracia a los ojos de él, pues él halló en ella algo abominable y le escribió una declaración de divorcio, y se la entregó en la mano, y la hizo ir de su casa; 2 y ella se fue de la casa de él y fue y se casó con otro hombre... (Ki Tetzé 24)
Explica la Kabala: El amor a una esposa no es igual al amor de una hermana. El amor a una hermana es constante y natural, mientras que el amor a una esposa puede sufrir alteraciones al punto de “y ella se fue de la casa de él y fue y se casó con otro”, pero justamente de la esposa de uno vienen las futuras generaciones.
Del mismo modo, la relación de la persona con la divinidad puede sufrir fluctuaciones, al punto de que uno puede desconectarse de la espiritualidad para ir “con otro”, los poderes del mal.
Pero justamente del amor no constante, vienen los mejores resultados, los “hijos”. Hashem pone a prueba a la persona constantemente, y del esfuerzo de la persona por acercarse a la divinidad se logran grandes resultados físicos y espirituales.
Explica la Kabala: El amor a una esposa no es igual al amor de una hermana. El amor a una hermana es constante y natural, mientras que el amor a una esposa puede sufrir alteraciones al punto de “y ella se fue de la casa de él y fue y se casó con otro”, pero justamente de la esposa de uno vienen las futuras generaciones.
Del mismo modo, la relación de la persona con la divinidad puede sufrir fluctuaciones, al punto de que uno puede desconectarse de la espiritualidad para ir “con otro”, los poderes del mal.
Pero justamente del amor no constante, vienen los mejores resultados, los “hijos”. Hashem pone a prueba a la persona constantemente, y del esfuerzo de la persona por acercarse a la divinidad se logran grandes resultados físicos y espirituales.
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