6 Pero El Eterno, tu Dios, se negó a escuchar a Bilam, y El Eterno, tu Dios, transformó la maldición en una bendición para ti, pues te amó El Eterno, tu Dios. (Ki Tetzé 23)
Explica la Kabala: Existe, Hashem no quiera, la posibilidad de recibir “maldiciones”, y existe la manera de “transformar todas las maldiciones en “bendiciones”.
Cuando la persona regresa con todo su corazón y con amor al Eterno, todos los pecados se transforman en méritos, toda oscuridad brilla al regresar en Teshuvá, más intensamente.
Es sabido que en Shabat, cuando la persona llega a su casa viene acompañado de dos ángeles, uno bueno y otro malo. Si al llegar a dicha casa reina la paz y la armonía sabática, el ángel bueno expresa un deseo de que así sea el próximo Shabat, y el ángel del mal, acepta.
Claramente se puede apreciar como el bien es capaz de revertir y transformar lo malo en bueno.
Lo mismo sucede en Iom Kipur, día en que el pueblo fue perdonado por el becerro de oro. El pueblo se embarcó en una Teshuvá tan profunda, al punto de que en dicho día el mal no tiene vigencia, y El Eterno perdona a la persona de sus errores, transformando todo el mal en bendición.
Explica la Kabala: Existe, Hashem no quiera, la posibilidad de recibir “maldiciones”, y existe la manera de “transformar todas las maldiciones en “bendiciones”.
Cuando la persona regresa con todo su corazón y con amor al Eterno, todos los pecados se transforman en méritos, toda oscuridad brilla al regresar en Teshuvá, más intensamente.
Es sabido que en Shabat, cuando la persona llega a su casa viene acompañado de dos ángeles, uno bueno y otro malo. Si al llegar a dicha casa reina la paz y la armonía sabática, el ángel bueno expresa un deseo de que así sea el próximo Shabat, y el ángel del mal, acepta.
Claramente se puede apreciar como el bien es capaz de revertir y transformar lo malo en bueno.
Lo mismo sucede en Iom Kipur, día en que el pueblo fue perdonado por el becerro de oro. El pueblo se embarcó en una Teshuvá tan profunda, al punto de que en dicho día el mal no tiene vigencia, y El Eterno perdona a la persona de sus errores, transformando todo el mal en bendición.
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