“Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos
fluyen aguas; porque el consolador que debiera reanimar mi alma se alejó de mí;
mis hijos están desolados, porque el enemigo prevaleció”. (Lamentaciones 1, 16)
Explican los Sabios: Todo
comienza por “Los ojos”, “mis ojos”. Al no cuidar la vista, la persona no
encuentra consuelo, no encuentra al Eterno que se allá “lejos”.
“El enemigo prevalece”, la
maldad se incrementa, y solo uno encuentra “desolación”.
Cuando se mira lo que no se
debe mirar, lo que no pertenece a uno, solo se haya angustia y llanto. Pero
mirar correctamente, lo que si se tiene de manera permitida, trae consuelo y
bendición, salvación y redención.
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