"Vuelve a nosotros, oh
Eterno, y nosotros volveremos (a Ti). Renueva nuestros días como en los tiempos
antiguos. ¡No puedes rechazamos enteramente y airarte al extremo con
nosotros!" (Lamentaciones 5, 21:22)
Es conocida la parábola de
los Sabios de aquel rey que tenía un hijo orgulloso y vanidoso, al cual decide
echarlo del palacio. Al ver el rey que el hijo no podía arreglársela solo, decide ir a su encuentro para que el hijo quiera volver al reinado. El hijo
completamente enajenado le pide al rey, al cual no lo reconoce como su padre,
minucias para poder vivir un poco mejor en su destierro. El rey se larga a
llorar diciéndole a su hijo que si
hubiese pedido volver al palacio, no le hubiese faltado nada…
Está bien pedir, pero en cada
pedido a veces falta lo fundamental, “volver a estar con el Rey, en el palacio
real, en Jerusalém”.
Y es así como terminan las “Lamentaciones”
las cuales son leídas en Tisha Beav, pidiendo “volver a casa”, al palacio real,
de modo de “renovar” el vinculo con el Rey.
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