30 La asna le dijo a
Bilam: ¿Acaso no soy tu asna sobre la que sobre la que cabalgaste toda tu vida
hasta este día? ¿Acostumbro hacerte tal cosa? Él dijo: No. (Balak 22)
Los Sabios definen a Bilam
como un místico teórico, un tecnólogo, sabiendo del Eterno, pero no ejerciendo
Su mensaje.
Por lo general un burro no
habla, pero en este episodio si habló. Al escuchar que un animal habla, tendría
Bilam que haber entrado en éxtasis, pero el fríamente ni se inmuto.
Los verdaderos Sabios saben
que el mundo se rige por la naturaleza, pero El Eterno no esta supeditado a las
reglas que El mismo estableció. El Eterno puede romper en cualquier momento Sus
mismas imposiciones.
Para Bilam todo es
naturaleza, a pesar que el entendía la verdad, y por eso no se inmutó al ver
que la naturaleza se desasía en pedazos, haciendo a un animal hablar.
Explica la Kabala que el “burro”
es obstinado, correspondiendo a la actitud de apatía y frialdad. El “burro”
solo sabe preguntar: “¿Acaso no soy tu asna…?”
En hebreo la palabra “asna”
aparece en este contexto con “Atón”, y explican los Sabios guarda relación con “Atenas”,
capital de Grecia, origen de la filosofía racional y fría, desconectada de
sentimiento y acción.
Haciendo que el “burro” le
hable a Bilam, la Torá quiere significar que la “frialdad” debe ser llevada a reconocer
al Eterno. El intelecto calculador debe reconocer los milagros, entendiendo que
no hay nada establecido.
“Bilam” es el hombre de
ciencia que desconecta la naturaleza de su esencia divina. La ciencia mal
entendida vuelve a la persona fría, desconectando a la materia de su alma, obteniendo
cuerpos muertos y fríos, siendo la función de la persona hacer que el “burro
hable”, es decir que incluso lo más obstinado
y frío pueda expresar su mensaje divino.
Para algunos la naturaleza no
habla, incluso la escuchen, para otros, gente de fe, la naturaleza siempre habla.
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