“Dichoso el pueblo cuyo
destino es así; dichoso el pueblo cuyo El Eterno es Su Señor”. (Salmo 144, de
las plegarias)
Explican los Sabios:
“Dichosa” la persona que puede decir sobre todos los acontecimientos de la
vida, “Es así”, ya que todo proviene en definitiva del Eterno.
“Dichoso el pueblo cuyo
destino es así”, feliz del hombre que dice siempre “Es así”, porque “así” lo
decretó El Eterno, “dichoso el pueblo cuyo El Eterno es Su Señor”.
Explican los Sabios que el
primer enunciado corresponde a este mundo, “Dichoso el pueblo cuyo destino es
así”, mientras que el segundo enunciado, “dichoso el pueblo cuyo El Eterno es
Su Señor”, corresponde al mundo
venidero, el mundo del bien manifiesto.
Al asumir con “dicha” que
todo proviene del Eterno, la persona comienza a vivir la dicha del mundo
venidero en este mundo.
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