Entonces dijo Esav: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
(Toldot 25:32)
Esav “heredó” al mundo la desesperanza.
La “primogenitura” es la responsabilidad de dirigir el servicio divino. Antes de la entrega de la Tora los primogénitos eran los que dedicados a las ofrendas.
Pero Esav “legó” a sus descendientes que la lucha por la supremacia de lo espiritual sobre lo material es una lucha perdida de ante mano.
Mientras que Iaacov enseñó a sus hijos que llevar una vida con equilibrio y armonía es una cuestión real.
Las naciones no tienen la facultad de consagrar lo material, mientras que el pueblo de Israel continúa por generaciones la tarea de refinar el mundo.
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