“Jerusalém, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase. Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones” (Lamentaciones 1, 7)
Explican los Sabios: “Jerusalém”, el pueblo de Israel, se “acordó de su aflicción”, al ser destruida en manos de los enemigos.
Cuando hay abundancia tiende la persona a olvidarse de donde procede la abundancia, y solo en la pobreza, en la “aflicción”, se recuerda del Eterno.
Israel en la “aflicción” se recuerda de su “rebeldía”, en la angustia se acuerda de su desviación.
Por eso al sentir la pobreza en carne propia, se la debe conectar con su raíz espiritual, la “rebeldía”, comenzando el proceso de reconstrucción nacional y personal.
Explican los Sabios: “Jerusalém”, el pueblo de Israel, se “acordó de su aflicción”, al ser destruida en manos de los enemigos.
Cuando hay abundancia tiende la persona a olvidarse de donde procede la abundancia, y solo en la pobreza, en la “aflicción”, se recuerda del Eterno.
Israel en la “aflicción” se recuerda de su “rebeldía”, en la angustia se acuerda de su desviación.
Por eso al sentir la pobreza en carne propia, se la debe conectar con su raíz espiritual, la “rebeldía”, comenzando el proceso de reconstrucción nacional y personal.
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