“Y he aquí que Hashem se manifiesta, y un viento grande y fuerte que hace desmoronar las montañas…; empero Hashem no está en el viento; y después del viento estruendo en el estruendo no está Hashem. Y después del estruendo fuego, en el fuego no está Hashem; y después del fuego el sonido de un susurro tenue”.
(Melajim Alef 19, 11 y 12)
Explican los Sabios: Hashem no está ni en el “viento” de la cháchara sin sentido, ni en el “estruendo”, de ruidos altisonantes que pretenden que la persona se haga notar, y no en el “fuego” de la pasión desenfrenada, sino que está en el “sonido de un susurro tenue”.
El “sonido de un susurro tenue” ayuda a pensar con tranquilidad para poder luego obrar de manera correcta.
Todo el tiempo que exista el “viento” de la vanidad, el estruendo que ensordece y no deja pensar, y el desenfreno de un “fuego” pasional, no se puede pensar de manera objetiva, pero cuando se comienza a escuchar la “voz tenue” del alma, la persona obtendrá cada vez mayor claridad y podrá acercarse a la misión por la cual fue creado.
(Melajim Alef 19, 11 y 12)
Explican los Sabios: Hashem no está ni en el “viento” de la cháchara sin sentido, ni en el “estruendo”, de ruidos altisonantes que pretenden que la persona se haga notar, y no en el “fuego” de la pasión desenfrenada, sino que está en el “sonido de un susurro tenue”.
El “sonido de un susurro tenue” ayuda a pensar con tranquilidad para poder luego obrar de manera correcta.
Todo el tiempo que exista el “viento” de la vanidad, el estruendo que ensordece y no deja pensar, y el desenfreno de un “fuego” pasional, no se puede pensar de manera objetiva, pero cuando se comienza a escuchar la “voz tenue” del alma, la persona obtendrá cada vez mayor claridad y podrá acercarse a la misión por la cual fue creado.
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