“Ciertamente, Tus enemigos,
Eterno, Tus enemigos, en verdad perecerán; todas los que hacen el mal se
dispersarán. Más Tú has incrementado mi fuerza como la de un buey salvaje…” (Salmo
92)
Explican los Sabios: La
persona tiene que llegar a entender que “Tus enemigos, (provienen del) Eterno”,
“Tus enemigos, Eterno”. El “enemigo” de la persona es “El Eterno”, a causa del
propio comportamiento de la persona.
Cuando comprende que en realidad
El Eterno aflige a la persona a causa de su mal comportamiento, entonces, “Tus
enemigos, en verdad perecerán; todas los que hacen el mal se dispersarán”,
erradicando la oscuridad, generando luz.
Esto provoca que la persona
se fortalezca, para seguir transitando con más valor el camino de la fe, “Más Tú
has incrementado mi fuerza como la de un buey salvaje”.
Cuando la persona atribuye
que su mal comportamiento genera “enemigos”, puede superarse para hacerlos
desaparecer, incrementando en fuerza y valor en aras de la luz.
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