“…el alma de mi señor
será ligada en el fajo de los que viven con El Eterno tu Dios, y Él arrojará el
alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda”. (Samuel 1: 25,
29)
Explican los Sabios: Al
aferrarse la persona al camino espiritual, se “liga a la vida”, mientras que
los que se alejan del camino de la Torá, son “arrojados como de en medio de la
palma de una honda”, de un lado a otro.
La persona que encuentra la
verdadera espiritualidad haya descanso y tranquilidad, mientras que los que se
separan del camino eterno, encuentran confusión y perturbación, “arrojados” de
un lado a otro sin descanso.
La solución para salir de la
confusión que produce el pecado es volver al Eterno, a la vida. La Teshuvá
tiene la fuerza de borrar toda trasgresión, retornando la persona a la
tranquilidad del espíritu.
Ese es el concepto de Iom
Kipur donde el Sumo Sacerdote ingresaba a la cámara más santa, al Santo de lo
Santo, del Gran Templo de Jerusalém, aludiendo a que solo llegando hasta el
lugar más sagrado la persona se libra de todo mal, borrando toda iniquidad.
Cuando un manantial se seca
se debe cavar más profundo para obtener agua, y regenerar el manantial, del
mismo modo solo a través de llegar a lo más profundo del alma, abrirá las
puertas del corazón, haciendo surgir vida capaz de regenerar lo dañado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario