“Sin embargo, él pensó que
sería una lástima de castigar solamente a Mordejai, pues ellos le habían dicho
que Mordejai era judío. Puesto que Hamán quería destruir al pueblo de Mordejai.
Todos los judíos del reino entero de Ajashverosh”. (Ester 3, 6)
Explica el Midrash: Cuando el
pueblo de Israel salió de Egipto, luego de la apertura del Mar Rojo, se encontró
con aguas amargas, sin poder tomar de ellas. Moshé preguntó sobre el sentido de
dichas aguas y El Eterno le reveló un gran secreto: Toda la “amargura” se puede
transformar en dulzura, a través de la Torá, la plegaria y las buenas acciones,
y así fue.
Con dicho “secreto”, pudo
Moshé revocar cada edicto negativo que se posaba sobre el pueblo de Israel durante la travesía
por el desierto, tal como narra la Torá.
Hamán no pensaba que dicho “secreto”
hubiera sido transmitido de generación en generación, y por eso se predispuso a
querer destruir a la sagrada nación de Israel.
Pero para su infelicidad, el “secreto”
fue transmitido hasta hoy en día, pudiendo los Tzadikim de la talla de Mordejai
revertir todo rigor y amargura en misericordia y dulzura manifiesta.
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