“Haznos retornar, Padre
nuestro, a Tu Torá, acércanos, Rey nuestro, a Tu servicio…” (De las plegarias)
Preguntan los Sabios: 1. ¿Por
qué a la “Torá” hay que “retornar”, mientras que al “servicio” hay que “acercarse”?
Y, 2. ¿Por qué cuando se hace referencia a la “Torá”,
El Eterno es “Padre”, mientras que cuando se hace referencia al “servicio”, El
Eterno es, “Rey”?
Explican los Sabios: La Torá
es la esencia de la persona, la Torá es la herencia de cada uno y uno, legada
de generación tras generación. El Talmud comenta que incluso en el vientre materno
la persona aprende la Torá de un ángel.
Por eso cuando uno hace
referencia a la “Torá” se dirige al Eterno como “Padre”, ya que los hijos
heredan de los padres. En Su misericordia El Eterno aguarda que Sus hijos “regresen”
a tomar su legado el cual le pertenece tan solo por ser hijos, inclusos se
encuentren, por el momento, lejos de lo que le pertenece en ley.
Mientras que “servicio” se
considera la labor que la persona tiene que realizar en relación con el mundo. Cuando
se habla de mundo, tiempo y espacio, la cosa cambia, ya que la persona posee
tendencias negativas que lo conducen al mal camino.
Por eso al “servicio” hay que
“acercarse”, ya que al estar bajo el parámetro de tiempo y espacio, ya no hay esencia,
sino trabajo y esfuerzo, por eso tan solo uno se puede “acercar”, pero no “volver”,
ya que en este mundo los cambios son constantes.
Cuando se habla de “servicio”,
El Eterno es “Rey”, tal como un rey que exige compromiso.
En definitiva la persona es
hija del Eterno y siervo del Eterno, debiendo retornar a la Torá, a su propia
alma y conciencia, y “acercarse” al “servicio”, cuál esclavo delante de su amo.
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