25 Entonces Abraham se quejó ante Abimelej por la fuente de agua que habían tomado por la fuerza los sirvientes de Abimelej. (Vaierá 21)
Explica la Kabala: Los “sirvientes de Abimelej”, el mal, tratan de robar a “Abraham” la “fuente de agua” viva que lo conecta con El Eterno. El “agua” es la pureza que proviene del cielo, queriendo el mal apoderarse de la santidad de la persona, hasta destruirla.
Dice el Salmo: “quién es como Tú, que salva al pobre del que es más fuerte que él, al pobre y al menesteroso del que iba a robarle” (Salmo 35:10)
Dicen los Sabios que no hay un “Ladrón” más grande que el propio instinto del mal, que paulatinamente le va robando a la persona, al “pobre”, su vida, hasta acabar con ella.
Dice la Torá: 23 entonces ocurrirá que cuando peque y se haga culpable, devolverá el objeto robado que sustrajo… (Vaikrá 5)
Explica el Midrash que Moshe tuvo que hacer las segundas Tablas de la Ley, “restituyendo” las primeras que había roto.
El día que Moshé bajó del Sinaí con las segundas Tablas fue un día de Iom Kipur, un día de Teshuvá.
Esto alude a que la persona tiene que “restituir lo que sustrajo”, lo que su propio instinto del mal le “robo”, retornando al Eterno, para no volver a “robar”.
La persona tiene en su interior una “fuente de agua viva”, y frescura, pero las fuerzas del mal tratan de “robarle” dicha frescura. Es en ese momento en donde “Abraham debe quejarse delante de Abimelej” para que le deje de “robar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario