“Dijo el hombre: La mujer que Tu me diste, ella me dio del árbol y comeré” (Bereshit 3: 12)
Explican los Sabios que de manera irreverente Adam no solo dijo que cometió un error sino que manifestó que lo seguirá haciendo.
El fruto era muy sabroso y por eso en lugar de arrepentirse y pedir perdón por la transgresión, dijo que seguirá en su actitud.
Del mismo modo fue impertinente al referirse a su mujer. El Eterno se la otorgó para su propio beneficio, de manera que pueda trascender su ego, pero en su lugar la acusó como origen de su problema, sin reconocer el desafío asignado.
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