20 Iaacov engañó a Labán el arameo al no decirle que huía. 21 Y huyó con todo lo que tenía. Él se levantó y cruzó el río, y se dirigió hacia el Monte Gilad. (Vaietzé 31)
Los Sabios preguntan: ¿Qué desafío fue más difícil para Iaacov? ¿Esav o Labán?
Esav quería abiertamente matar a su hermano Iaacov, y fácilmente Iaacov se mantenía apartado de él, pero Labán incluso se había ofrecido a que Iaacov permaneciera en su casa para alimentarlo, siendo más peligroso.
De hecho, tanto la Torá como la Hagadá de Pesaj dicen: “Un arameo (Labán) quiso destruir a mi padre (Iaacov)”. La intención de Labán era erradicar en definitiva todo rasgo se espiritualidad y buena conducta.
Hay transgresiones que la misma conciencia no descansa hasta que la persona no las vuelva a realizar, pero hay transgresiones “inconcientes”, que “burlan” incluso a la conciencia. Al realizarlas van apartando a la persona del Creador, hasta que la persona se vuelve insensible a lo espiritual, de modo de que su conciencia se hace cada vez menos refinada, transgrediendo en definitiva los pecados más graves.
“Esav” es reconocido por el conciente, pero las artimañas de “Labán”, no, y por eso la persona tiene que percatarse de las intenciones de Labán, “escapándose” de sus redes.
Estar triste no es un pecado, pero este tipo de sentimiento arrastra a la persona de modo de dejar de lado a los Preceptos, y así paulatinamente la tristeza provoca que la persona deje todos los Preceptos.
La Torá enseña a desconfiar no solo de los “enemigos” abiertos, sino incluso de los “amigos” que en definitiva quieren apartar a la persona de su objetivo en la tierra.
Iaacov se escapó de Labán, porque sabía que de lo peligroso de quedarse junto a él.
Los Sabios preguntan: ¿Qué desafío fue más difícil para Iaacov? ¿Esav o Labán?
Esav quería abiertamente matar a su hermano Iaacov, y fácilmente Iaacov se mantenía apartado de él, pero Labán incluso se había ofrecido a que Iaacov permaneciera en su casa para alimentarlo, siendo más peligroso.
De hecho, tanto la Torá como la Hagadá de Pesaj dicen: “Un arameo (Labán) quiso destruir a mi padre (Iaacov)”. La intención de Labán era erradicar en definitiva todo rasgo se espiritualidad y buena conducta.
Hay transgresiones que la misma conciencia no descansa hasta que la persona no las vuelva a realizar, pero hay transgresiones “inconcientes”, que “burlan” incluso a la conciencia. Al realizarlas van apartando a la persona del Creador, hasta que la persona se vuelve insensible a lo espiritual, de modo de que su conciencia se hace cada vez menos refinada, transgrediendo en definitiva los pecados más graves.
“Esav” es reconocido por el conciente, pero las artimañas de “Labán”, no, y por eso la persona tiene que percatarse de las intenciones de Labán, “escapándose” de sus redes.
Estar triste no es un pecado, pero este tipo de sentimiento arrastra a la persona de modo de dejar de lado a los Preceptos, y así paulatinamente la tristeza provoca que la persona deje todos los Preceptos.
La Torá enseña a desconfiar no solo de los “enemigos” abiertos, sino incluso de los “amigos” que en definitiva quieren apartar a la persona de su objetivo en la tierra.
Iaacov se escapó de Labán, porque sabía que de lo peligroso de quedarse junto a él.
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