16 Moshé preguntó con
insistencia por el macho cabrío del sacrificio expiatorio, pues he aquí que ¡se
había quemado!, y se encolerizó con Elazar e Itamar, los hijos que le quedaban
a Aarón, diciendo: 17 ¿Por qué no comisteis el sacrificio expiatorio
en un lugar sagrado, siendo santísimo; y Él os lo dio para obtener perdón por
el pecado de la asamblea y para expiar por ellos ante El Eterno? (Shminí
10)
Explican los Sabios que el
reproche de Moshé a Aharón y sus hijos fue al no haber consumido la ofrenda de
expiación “Rosh Jodesh”, principio de mes.
En Rosh Jodesh la luna
comienza a crecer hasta llegar a su apogeo a mitad del mes. Justamente la “disminución
de la luna” requiere expiación, ya que el hecho de que la luna se encuentre
disminuida es a causa del mal comportamiento del pueblo, porque cuando El
Eterno creó el mundo la luna era tan grande como el sol.
Aharón estaba de duelo por el
fallecimiento de sus hijos, y entendió que una persona que guarda luto no tiene
la sapiencia suficiente para ofrendar al Eterno, ya que todo acercamiento a lo
divino debe ser con alegría.
Pero de todos modos Moshé lo reprocha, ya que Moshé se encontraba
en un nivel tan elevado de fe que el luto no podía perturbarlo.
Incluso Moshé le quiso
expresar que de haber ofrendado el sacrificio expiatorio de Rosh Jodesh, “a
pesar de todo”, podría Aharón haber traído redención, al proclamar con su acto que
todo lo que El Eterno hace es manifiestamente bueno.
Pero Aharón, al igual que la
gran mayoría de la gente, no se encontraba en dicha categoría de fe tan
elevada, y por eso quemó la ofrenda en lugar de consumirla de modo de haber traído
redención.
Al final Moshé fue conciente de
que no se puede pretender tanto de la gente y reconoció que Aharón había obrado
correctamente, como dice la Torá a continuación: 20 Moshé oyó y aprobó. (Shminí 10)
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